Corsarios argentinos en el mundo…

17 de Marzo de 2013
Nota R.J.A.

Antes de empezar, debemos de aclarar el significado del término corsario, a fin de encuadrarlo dentro de un marco más adecuado y explicativo del accionar en esta forma de la guerra de independencia.

La patente de corso era un contrato por el cual un Estado otorgaba a un particular el derecho de atacar, apresar, saquear o destruir todo buque que enarbolara una bandera enemiga, a cambio de permitirle quedarse con una cierta parte del botín obtenido. A veces el Estado emisor de la patente aportaba la nave, o al menos pertrechos, víveres y una parte de la tripulación; el corsario debía cargar con el resto de los gastos. Debía izar, en el momento del ataque, la bandera del estado emisor de la patente.

El corso era considerado entonces una legítima manera de guerrear. Con algo de cinismo, podría decirse que permitía que la iniciativa privada participara en una guerra, asociada a un Estado beligerante.

Una reliquia de estas épocas se encuentra en la Constitución Argentina, Artículo 75, que dispone las competencias del Congreso, donde se expresa: "Conceder patentes de corso y de represalias, y establecer reglamentos para las presas".


Los corsarios, tuvieron un papel importante en la Guerra de Independencia de la Argentina, estaban sometidos a un reglamento que los obligaba a poseer lo que se llamaba Patente de corso, que se otorgaba por un cierto tiempo, generalmente un año. No podían atacar sino naves de la nación en guerra, debían ser humanitarias y respetar a los neutrales, las presas que tomaban debían ser declaradas legítimas por un tribunal de presas, y debían liberar a los negros encontrados en buques negreros enemigos.
 
Los primeros meses luego de la revolución de mayo no fue para nada fácil, sobre todo porque teníamos que enfrentar a la poderosa flota realista, que controlaba el Río de la Plata desde Montevideo (de hecho, Buenos Aires fue bloqueada y bombardeada en 1811). La primera e improvisada armada patria, al mando de Juan Bautista Azopardo, fue destrozada en San Nicolás a principios de ese año y el propio Azopardo paso 10 años en una prisión española.

“Sin una marina  que protegiera a la nueva nación, el gobierno patrio  decidió otorgar patentes de corso”.

Desde 1815 y 1819 la acción corsaria causó grandes perjuicios al comercio de las coronas, apresaron naves,  efectuar tareas de protección a los barcos de guerra y difundieron las ideas de la revolución independentista por el mundo.

El corsario de las Provincias Unidas fue uno de los primeros en obtener grandes éxitos entre los marinos de las colonias insurgentes. En el Caribe actuaban los corsarios de Nueva Granada y de Venezuela; pero los corsarios rioplatenses llegaron pronto al Pacífico, cubrieron el Atlántico, incluso el mar Caribe y poco después de la independencia, con la fragata La Argentina de Hipólito Bouchard, llegaría a todos los mares. Fue el más importante de la lucha contra España y se ejercitó en una zona amplia con gran eficacia.



El corso contra España se inició con carácter fluvial desde 1812, y marítimo desde 1815 en que se decretó la abolición del fluvial. Su mayor intensidad la tuvo entre 1816 y 1819.

Los dos grandes centros de actividades corsarias fueron Buenos Aires y la costa oriental de Estados Unidos, desde donde salían corsarios norteamericanos con patente y bandera de las Provincias Unidas. Hubo en toda la campaña unos 40 corsarios salidos de Buenos Aires y más de 30 norteamericanos. Las presas fueron más de 150, de las cuales 54 llegaron a Buenos Aires.

Entre los más destacados figuran el irlandés Guillermo Brown (el creador de la armada argentina), el norteamericano David Jewitt (quien entre otras acciones destacadas tomó posesión de las Islas Malvinas en nombre del gobierno de Buenos Aires en 1820) y el capitán  Hipólito Bouchard quien comando “La Argentina” en su vuelta al mundo y nos tomará otro capitulo para seguir con él.

Hubo una multitud de corsarios de diferentes nacionalidades que apenas balbuceaban el español y no habían pisado jamás el Río de la Plata, quienes sin embargo, salvo excepciones, se comportaron con honor y valor, por respeto al pabellón argentino.

El nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata llegó a sitios más remotos e insospechados, como las islas Hawaii, las lejanas costas californianas, las tierras de Centroamérica y en especial los Estados Unidos de Buenos Aires y Chile en el Caribe, que enarbolaron la enseña celeste y blanca como símbolo de libertad y dignidad humana.


CONTINUARA...

Enlaces:
http://dtunpoco.com.ar/un-poco-de-historia-los-corsarios-argentinos/
http://www.lsf.com.ar/libros/56/CORSARIOS-ARGENTINOS/

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